El Deshabitado
Jueves, Mayo 15, 2014
Por supuesto que la demanda de la Procuraduría General del
Estado contra un periodista y la directora de La Razón tiene que ser tratada en
el marco de la Ley de Imprenta, sin embargo, debemos reconocer que no supimos
sopesar ni que se le dio el tratamiento
responsable al contenido de lo que teníamos entre manos y, sobre todo, debemos
reconocer que sí se cometió una falta periodística.
Corrían los años 90s y en la Agencia de Noticias Fides
(ANF), el equipo económico logró la “pepa”, con documentos y todo, sobre la
quiebra del Banco Boliviano Americano (BBA) ligado a dirigentes y familias del
MNR. Los periodistas nos contactamos y logramos, de forma sigilosa,
repercusiones en todas las fuentes. Empero, nuestro jefe de prensa, Walter
Patiño, nos pidió “tranquilidad hasta que se coordine con el padre”.
Más tarde, cuando todos llegamos a la redacción, el señor
Director, padre José Gramunt de Moragas, convocó a todos sus periodistas y,
personalmente, cerró la puerta de su oficina. Allí dio los detalles del tema y
nos remarcó que la ANF no realizaría ningún trabajo sobre el caso “porque se
podía poner en peligro todo el sistema bancario y financiero nacional, además
que se podía provocar una corrida financiera de consecuencias fatales para el
país”.
Todos nos quedamos con los crespos hechos, pero asumimos la
palabra y el consejo de nuestro Director y jefe de prensa, pese a que estábamos
listos para “informar” a la población y “destrozar”, periodísticamente
hablando, al partido en función de gobierno. Sin embargo, dejamos todo en el
tintero porque comprendimos que se trataba de una situación muy compleja para
el Gobierno, pero especialmente para toda nuestra sociedad. Meses más tarde, el
escándalo estalló con consecuencias previsibles.
Luego, en una de las habituales reuniones semanales de
coordinación, el padre Gramunt se refirió al tema indicando que habíamos
perdido una “pepa”, pero habíamos ratificado e incrementado el prestigio,
responsabilidad y, créanlo o no, la credibilidad de la ANF al no publicar la
quiebra del BBA. “Él había dialogado con las personas y niveles
correspondientes”.
Este es un ejemplo, de la vida real, de cómo deben
reaccionar los periodistas ante situaciones de esta índole y como se debe ser
responsable con la sociedad, velar por el interés nacional y no solamente para
con el contrato que nos liga a la empresa periodística, el “gustito de patear”
o mostrar que tenemos buenos contactos.
Al respecto, la Constitución Política del Estado en su Art. 107. Parágrafo II. indica: “la información y opiniones emitidas a través
de los medios de comunicación social deben respetar los principios de veracidad
y responsabilidad. Estos principios se ejercerán mediante las normas de ética y
de autorregulación de las organizaciones de periodistas y medios de
comunicación y su ley”.
Pero acciones como la realizada por el director, jefe de
prensa y redactores de la ANF (de aquellos años) sólo la conciben y ejecutan
periodistas que tienen décadas de experiencia de cobertura de fuentes, de
calle, sudor, sacrificio y apostolado con su profesión y no de escritorio,
tertulias, cafecitos, risitas socarronas de supremacía intelectual, complicidad
de sus corifeos y miradas desde arriba hacia la sociedad.
Toda esta rememoración viene a colación sobre lo sucedido en
los últimos días, con la demanda presentada por la Procuraduría General del
Estado contra un periodista y la directora de La Razón; cuántos problemas nos
evitaríamos si siguiésemos las buenas costumbres y prácticas del buen
periodismo.
Es muy lamentable que tengamos que llegar a estos extremos
para autocriticarnos y reconocer que nos equivocamos, asimismo, remarco que el
caso deber ser tratado por el Tribunal de Imprenta y es en esa instancia que
los responsables de esa irresponsabilidad deben ser castigados con la mayor
severidad posible (¿?), lo que nos conduce a la necesidad y certeza de
actualizar y modernizar esa nuestra norma. Insisto en que la propia
Constitución indica que estos casos deben ser tratados por la Ley de Imprenta
(“y su ley”).
MAR