El "Deshabitado"
Lunes, 19 Enero, 2015
Rostro alargado, pómulos, cabello, nariz y labios
altiplánicos. De tez morena, el hombre, mira y mira su entorno como si no
comprendiera su presencia en uno de los símbolos bolivianos del poder político,
el mismo que hace poco tiempo lo expulsará y, que desde la fundación de la
República rechazará todo lo que él significa y denota: los despectivamente
llamados indios y sus hijos.
El calendario occidental ordena que ese día se debe conocer
como 22 de enero de 2006, es el hemiciclo de la Cámara de Diputados, abarrotado
de los primeros legisladores del cambio, invitados especiales y toda la
parafernalia de la jura y posesión del nuevo Presidente Constitucional de la
República de Bolivia.
Mientras el ya ungido Vicepresidente cumple con los
formalismos y le coloca la banda y medalla presidencial, el nuevo presidente de
Bolivia, sin “terno ni corbata”, pero con chaqueta de motivos nativos está a
punto de quebrarse y las lágrimas suplican por derramarse y volver a marcar su
rostro, él lo impide y aún así, reta: “si juro”.
Frente a las pantallas de televisión, muchos de nosotros sí
nos quebramos y dejamos correr el llanto como si fuera bálsamo que calma siglos
de dolor, amargura, explotación y humillación.
Se había cumplido parte de lo que discutíamos en ese mismo
recinto, cuando cada vez le rechazaban, por ejemplo, un proyecto de ley.
Le esperaba en el pasillo de ingreso a la Presidencia de la
Cámara de Diputados. “Nada, no hay caso hermano, esto va a seguir así, hay que
organizarnos y tomar el poder”, volvía decepcionado a su oficina de la Cuarta
Secretaría.
Cumplí mi parte, desde mis notas respondíamos al
oficialismo, lo neutralizábamos, minimizábamos,
proclamábamos la toma de conciencia y llamábamos a la resistencia; por
esta vivencia en las fuentes periodísticas es que hablo y ratificó que el
periodismo no es neutral y que siempre será político; entonces me convocaba mi
Director y pedía explicaciones sobre el sentido de las noticias o el por qué de
tanta cobertura.
“Es el principal referente de la oposición y es un político
al que hay que tomar muy en cuenta”, explicaba sin convencer; porque ellos y
nosotros sabíamos que la silenciosa, política, y periodística batalla, se
reiteraba y que influiría decididamente hacia una u otra posición en ese
proceso de acumulación política que vivía la formación social nacional. Si el
sistema tiene un poco de dignidad, nada puede hacer contra un buen periodista,
eso también es experiencia de periodismo y ética confirmada en las calles.
Y así fue, ese enero, él juró como presidente de todas y
todos los bolivianos dando inicio al Proceso de Cambio y a la Revolución
Democrática y Cultural, como a él le gusta declarar. Pasaron muchos años, al
punto que esto que escribo ya es “konichi”.
Se sucedieron muchos hechos históricos como cuando el
presidente aymara entregó el mando del Estado Plurinacional de Bolivia al ex
alcalde de Achacachi, otro aymara, también hubieron y hay errores, más el
Proceso está en marcha; a la derecha y a la oligarquía se las derrotó en varias
oportunidades al punto que los principales enemigos están dentro, en algunos
miembros de dirección que se volvieron soberbios y prepotentes o en los cuadros
medios, invadidos de paracaidistas de toda laya que maltratan a los verdaderos
y silenciosos militantes.
Pero todo eso vaya y pase, hay cosas más importantes que
consumar como la utilización de los dos tercios en la Asamblea Legislativa Plurinacional
para la consolidación y radicalización del Proceso de Cambio, porque los
enemigos están derrotados no muertos, ya demostraron que están ahí, esperando
cualquier flaqueza para volver a levantar sus privilegios perdidos.
Hay que aplicar los dos tercios para ponerle siete candados
constitucionales al Estado Plurinacional de modo que sea casi imposible, en ese
extraño mundo de leyes, volver a
quitarnos la libertad, la igualdad y la dignidad, ya que en las calles no nos
derrotarán y siempre ganaremos porque somos pueblo.
Hoy, vuelve él a jurar como Presidente de todas y todos los
bolivianos, otra es la coyuntura, otras las urgencias y otra la oposición
política, pero el Proceso debe ser consolidado y profundizado cueste a quién le
cueste y pese a todo; ese es el reto de hoy.
MAR