El Deshabitado
Martes, marzo 26, 2013
De vez en cuando los milagros se concretan. El pasado 21 de
marzo de 2013, la Federación de Trabajadores de la Prensa de La Paz (FTPLP)
logró histórica sentencia que declara a un empresario de la comunicación
“rebelde y contumaz”, además de señalar su “arraigo y emisión de orden de
apremio” dentro de un proceso seguido por “apropiación indebida y abuso de
confianza” al no transferir los aportes de los asalariados, por más de 10 años,
a las AFPs.
Hay diversas formas de coartar, limitar y hasta eliminar la
libertad de expresión y el derecho a la comunicación. Entre las más perversas e
innobles, está esta figura, que no es otra cosa que quedarse con el dinero de
los trabajadores y lucrar e incrementar el patrimonio empresarial-familiar en
desmedro de los asalariados, impidiéndoles una justa y digna jubilación.
En la lista de esta clase de abusos, control y manipulación
de los periodistas podemos inscribir: bajos sueldos, no pago de dominicales,
del quinquenio, de horas extras, del bono de transporte, de refrigerio, del
trabajo nocturno, la no dotación de material mínimo para cumplir la
responsabilidad de informar, cancelación tardía de salarios e incumplimiento en
el depósito de los aportes patronales para la atención médica en la Caja
Nacional de Salud.
A esta lista del oprobio hay que añadir, la constante
amenaza que se realiza, directa e indirectamente, en algunos medios de
comunicación, sobre la estabilidad laboral. En algunos casos, la sola existencia
de uno ya es una transgresión a la línea editorial y política de la empresa
periodística.
“Cuando entraste sabías a dónde te estabas metiendo”, grita
el silencio de las redacciones y la mirada de los jefes y los empresarios. En
semejante clima y con esas condiciones de trabajo, cómo puede el periodista
concentrarse en realizar una buena redacción, si sabe que mañana puede ser
despedido; está obligado a callar y soportar todo porque no hay fuentes de
trabajo.
Esta condición de semiesclavitud llega al extremo de
“prohibir a la familia enfermarse porque ni la Caja tenemos y menos pensar en
la jubilación o el beneficio del quinquenio”.
En anteriores gestiones, la FTPLP ya denunció estos
atropellos al punto de inscribir en todos sus documentos que “no hay libertad
de expresión sin estabilidad laboral ni democracia alguna sin libertad de
expresión y derecho a la comunicación”.
Lamentablemente, y sin que exista motivo alguno, el lema fue retirado,
también arbitrariamente.
Más allá de ese error, la lucha por la vigencia de los
derechos laborales es también la lucha por la vigencia plena de la libertad de
expresión y el derecho a la comunicación; particularidades que son olvidadas
por los periodistas de escritorio y, por supuesto, los empresarios de la comunicación.
¿Qué dirá ahora la Asociación Nacional de la Prensa? ¿Se quejará a la Sociedad Interamericana
de Prensa (SIP)?
No hay duda que es una buena noticia, pero el trabajo para
la FTPLP no ha concluido tiene que hacer respetar los derechos de sus afiliados
y hacer cumplir la normativa nacional.
Sería algo muy positivo que el “rebelde y contumaz” sea
detenido hasta que deposite el dinero de sus empleados en sus correspondientes
cuentas de las AFPs e inclusive pague la renta que esas sumas produjeron y de
las cuales se benefició arbitrariamente cometiendo el delito de “apropiación indebida
y abuso de confianza”.
MAR
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